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El Regreso

Cuatrocientos sesenta y un días. Cambio de trabajo. Partida de la casa de mis padres. Independencia. Todas estas cosas pasaron en apenas un año, tres meses y seis días. Si bien no estoy contento que haya pasado tanto tiempo desde mi última crónica, lo cierto es que fueron muy buenas las razones que me obligaron a alejarme del blog. Pero aquí estamos nuevamente, volviendo a lo que siempre me hace bien: la terapia disfrazada de escritura. En 24 años de vida, no recuerdo haber ganado ningún tipo de sorteo o concurso, lo que me lleva a creer que no soy un tipo con suerte. Me imagino qué en este momento estarán pensando, ¿qué tiene esto que ver con el cine? Paciencia. Retomando lo que les comentaba, y reiterando que no soy un tipo con suerte, el sábado pasado me anoté, de todos modos, en un concurso para asistir a la Avant Premier de la Mujer Maravilla. El domingo por la mañana, fui a desayunar cerca de mi casa, a un renovado local de Havanna. Nunca es bueno madrugar, y menos
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El Mercenario Copado

Hay ciertos momentos en la vida que uno nunca se olvida. Puede ser un hecho importante que nos haya marcado y dejado su huella o un momento sin mucha importancia. En este caso, hace algunos años atrás, comencé a interesarme por el mundo de los cómics. Si bien siempre fui de ver todas las películas referentes a este género, nunca me había tomado el tiempo de investigar las historietas. Recuerdo haber ingresado en una comiquería en la calle Marcelo T. de Alvear, justo en la esquina, y sentirme perdido como pocas veces en mi vida. Me sentía intimidado y sin saber como moverme por la tienda. Había gente que miraba y miraba cosas, sin dudar de lo que estaban haciendo y, ubicados en el lugar y tiempo correcto. Yo, por la contra parte, estaba perdido. Lo único que sabía, es que estaba interesado en leer acerca de Flash, que no es poca cosa. Claro que tuve que hablar con los vendedores para informarles que no tenía ni la más mínima idea de Flash ni de ningún otro cómic. Me recomendaron un

Bienvenidos a mi Club

Hace 10 años, año más año menos, comenzaba mi fanatismo por el cine y las series de televisión. En ese entonces tenía 12 o 13 años. Recuerdo que todos los viernes iba con mi familia a la casa de mis abuelos maternos para "festejar" Shabat. Para quién no lo sabe, Shabat es una festividad judía en la que se celebra el fin de la semana y se aprovecha para estar con la familia sin hablar de trabajo, dinero, etc. Esta festividad se lleva a cabo todos los Viernes desde el atardecer hasta el Sábado a la misma hora. Si bien yo no soy religioso ni mucho menos, lo que más me gustaba de estas reuniones, además de estar en familia, era la comida que cocinaba mi abuela, mi tía y a veces mi vieja. Cabe destacar, que las mujeres de mi familia son bastante exageradas, y por ese motivo, había tanta comida como para un regimiento militar (hoy en día en cada reunión pasa lo mismo). Entre los platos más destacados podíamos encontrar: Hummus, Kippes, Jamot, y arroz turco. Como se podrán im

Un Quentin atípico

La ante última película de uno de los mejores directores de los últimos tiempos. Como buen fanático del genialisimo Quentin Tarantino, su nuevo film era una buena oportunidad para disfrutar del cine un jueves por la noche con un gran amigo. Éste, se trataba ni más ni menos que del queridisimo Ezequiel Borzone, quién pidió, celos de por medio, una crónica en la que él apareciera. Claro está que con mucha alegría acepté la invitación. Sobre todo, teniendo en cuenta que una semana más tarde se iría por 6 meses al lejano oriente. Así es como llegamos a "Los 8 más odiados". Tanto él como yo, disfrutamos de las locuras de Tarantino y sus grandes films. En esta ocasión las cosas no empezaron de la mejor manera y terminaron aún peor... Lo fui a buscar a su casa. Como siempre, difícil sacarlo de Palermo. Luego caminamos tan solo media cuadra y nos adentramos en el cine. Tengo que aclarar que como buen fanático del cine, también soy fanático de la comodidad, y el Cine

Loco un poco nada más

Estaba ansioso. Me comía las uñas sin parar. Mordía mi pijama de los nervios. Hablaba solo para tratar de parar mi ansiedad. Todo esto por el inició del mundial de clubes. El fanatismo cruza fronteras. En este caso, más de veinte mil hinchas viajaron a Japón para ver al Más Grande de América. Yo, por otro lado, me encontraba sentado en mi casa pensando en porque no fui. La respuesta es siempre la misma: no tengo un mango. Llegué a la conclusión de que lo peor que podía hacer era seguir manijeando con estar en tierras niponas y pensando en el partido. Esa fue la cuestión que me llevó a pensar en Mad Max. Fue la clave para alejarme de la ansiedad y el nerviosismo que me estaba carcomiendo por dentro. La película es un remake de la trilogía Mad Max de los años '80. La misma esta basada en un futuro apocalíptico donde la Tierra ya no es lo que conocemos y donde predomina el desierto y la escasez del recurso más importante para que la vida en el planeta sea posible: el Agua. En

Un final con gusto a poco

El martes pasado fui a almorzar con Greta, mi más que amiga pero menos que novia, y su viejo Eduardo. Fuimos al famoso restaurant Dandy que tan de moda está hoy en día, y al cuál nunca antes había asistido. Más allá de que es una parrilla, me decidí por unos Ñoquis de rúcula con salsa scarparo, que de scarparo no tenía nada, pero de todos modos estaban increíbles. Si bien estaba muy contento con mi plato, debo admitir que miraba de reojo los chinchulines que se pidió Eduardo, e interiormente me decía a mi mismo: "como te equivocaste Kevin". Hoy, ya se que la próxima vez, si es que hay próxima en ese restaurant, debo pedir otra cosa. Después de un muy agradable almuerzo, despedimos al viejo de Greta y nos dirigimos a mi casa donde ella se quedó poco tiempo porque yo tenía que estudiar. En ese poco tiempo, decidimos que a la noche iríamos a ver la entrega final de  Los Juegos del Hambre. Si bien ella ya la había visto con una amiga, me acompaño de todos modos. Claro que

El Maestro del 'Rock Theatre'

Hace cuestión de meses, me encontraba entusiasmado de más ya que mi viejo me había invitado con su novia, Jessica, a comer sushi y luego al cine a ver "Roger Waters The Wall". El viejo es de esas personas que cuando te invitan al cine, siempre es en la mejor ubicación. Hace no mucho tiempo, solíamos ir todos los Sábados con mi hermano Brian y él, al cine Showcase de la calle Monroe. Solíamos joderlo si no sacaba las ubicaciones exactamente en el medio, ya que tiene la manía de comprar las entradas con bastante tiempo de antelación y siempre, siempre, en la fila 9. En esta ocasión, saco las entradas con un mes y medio de anticipación. Se podrán imaginar que el cine estaba repleto y no quedaba ni un asiento libre. Para aquel que se quedo con lo de sushi, fuimos al clásico Dashi, donde es imposible no salir con una sonrisa. Sí, frase de gordo. De todas formas, volvamos con el tema original, la película y lo extraordinario que fue el show. Ah, antes creo necesario contar